
Nicanor Parra no los conocía, ellos tampoco a él, aunque Parra era citado como influencia para su poesía: en 1954, el poeta chileno había editado los "Poemas
y Antipoemas" y en el 56, Ginsberg dio a la luz su célebre "Howl" ("He visto a las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, hambrientas, histéricas, desnudas/ arrastrándose
por las calles de los negros al amanecer en busca de una dosis furiosa..."). Desde Las Cruces, el antipoeta se recuerda: "Él estaba más bien en la onda gay, era lo que más le interesaba".
Cuenta la leyenda que cuando le preguntaron en el aeropuerto a qué había venido a Chile, Ginsberg respondió "Vengo a coger", pero Parra no confirma la anécdota, ni tampoco lo hizo Ginsberg
en una entrevista concedida a Noreste en 1987 .
Según la evasiva respuesta de Ginsberg, "puede ser (que haya dicho eso). En Santiago conocí a mucha gente, salíamos a los bares de la calle Alameda... Tengo
muchos amigos en Santiago". "Y sepa Moya si lo hizo, esa era su vida privada", acota Parra.
Ángel Parra, que también estuvo con el poeta, cuenta desde París que éste se adaptó muy rápidamente a Santiago y que fue a San Diego a comprarse
un overol azul. "De esos que tienen pantalón", recuerda su tío Nicanor en el Litoral Central. "Y nada más, ropa interior, no. Evidentemente que eso llamaba la atención".
Bueno, Ginsberg también llamaba la atención cuando hablaba. En Concepción dijo que era "urgentemente necesario importar algunos kilos de marihuana para los
escritores chilenos a fin de despertar su dormida percepción". Para Gonzalo Rojas, "llegó haciéndose, un poco presuntuosamente, el dueño de la cosa, como el desafiante". En todo caso,
cuenta que eso era "pintoresco, simpático, con aire de mundo, y sirvió para ventilar al país".
Nicanor Parra se acuerda que Ginsberg se adueñaba de los recitales de poesía. Años después, Parra siguió recitando junto a él en Nueva York
y en distintos congresos y siempre llevaba algo preparado para hacerle el peso.
En su paso por Concepción, Allen Ginsberg se instaló ante mil personas en el Foro de la Universidad, leyó poemas de su libro "El
Aullido", en inglés, y el escritor Fernando Alegría, que lo había traducido, lo iba leyendo en español en forma simultánea.
Luego de Concepción, el gringo beat visitó Ancud, Bariloche, Temuco y de vuelta a Santiago. Ginsberg nunca se quedaba en un solo lado y esta no fue la excepción.
La capital era sólo la escala para aventurarse en la ruta inca que había efectuado su amigo William Burroughs siete años antes. Claro que en la pasada conoció al clan Parra en extenso y también
la bohemia santiaguina de la época. Nicanor Parra lo hospedó cerca de un mes en su casa de La Reina y compartió con Violeta y Ángel Parra, que vivían cerca. Todo esto mientras esperaba que
su amigo Ferlingetti, que había vuelto a Norteamérica, le enviara unos cheques que le permitirían ir a Perú y Bolivia.
De los seis meses que pasó en Sudamerica, tres los pasó en Chile. Luego, partió a Perú, Bolivia, y se fue a la India, a exorcisar los dolorosos recuerdos
de la muerte de su madre Naomi Ginsberg, presa de la esquizofrenia, a quien le dedicó su monumental letanía Kaddish que escribió en una sola noche. Poema que hizo poco antes de este viaje. Cuando ya era
una leyenda viviente.
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