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lunes, 31 de enero de 2011

En algunas ocasiones el silencio será lo peor y en otras...?

“…y en la luz desnuda ví
Diez mil personas, quizás más.
Gente hablando sin conversar,
Gente oyendo sin escuchar.
Gente escribiendo canciones que las voces jamás compartirán
Y nadie osó molestar a los sonidos del silencio…”

El silencio
JUAN JOSÉ MILLÁS

Recibí un sobre sin remitente con un montón de pelos cortos y duros, como los de las cejas, en su interior. Tuve miedo porque las partes del cuerpo asustan más que el cuerpo entero. Esto fue un lunes, creo. El viernes de la misma semana, cuando firmaba ejemplares de mi última novela en una librería, se acercó una señora que me pareció rara sin saber por qué. Lo averigüé enseguida: llevaba las cejas completamente depiladas. Me puse en guardia, claro, por si se tratara de la loca que me había hecho llegar aquel regalo, pero ni hizo ni dijo nada sospechoso. A la semana siguiente recibí un sobre con fragmentos de uñas. Tuve miedo de nuevo por las razones señaladas más arriba.
Poco después, firmando libros en otro establecimiento, una mano con las uñas exageradamente cortas depositó un ejemplar sobre la mesa. Al levantar la cabeza, comprobé que la mano sin uñas pertenecía a la señora de las cejas depiladas, que tampoco en esta ocasión se portó de forma sospechosa. Durante los siguientes días abrí el correo con aprensión, por si me llegara una oreja, un dedo, un diente, un ojo de cristal... No hubo nada, lo que fue en parte un alivio y en parte una decepción. Me molestaba que la historia acabara así, inconclusa, como la mayoría de las historias reales. Entonces, pasados unos meses, cuando ya había olvidado el incidente, estaba tomándome el gin-tonic de media tarde en la barra de un bar, cuando se sentó a mi lado la señora de las cejas depiladas y las uñas cortas, que se había dejado crecer las unas y las otras. Me preguntó si tenía un cigarrillo y le dije que no. Me pidió la hora y le di una cualquiera, la primera que me vino a la cabeza. Molesta, se levantó y se fue. A los pocos días recibí un sobre en cuyo interior no había uñas ni cejas, no había nada. Y entonces sí que pasé miedo de verdad. El silencio es lo peor.

domingo, 16 de enero de 2011

El amigo "Chiquito Ponce" nos hace un buen regalo para compartir con García Lorca y su "Medio pan y un libro"

....Soy un hombre leyendo. Desde los ochos años, bajo cualquier circunstancia, en todo lugar. Me veo leyendo novelas de aventuras de la colección Robin Hood –tapa de cartón amarillo e ilustración acorde-, escondiéndome bajo las sabanas con una linterna y un libro abierto, después de que mis padres me pidieran que apagara la luz. Leo en una plaza, en un cuarto de hotel, en un tren, en un ómnibus, en un aeropuerto, en un barco, en una biblioteca. De pie, sentado, tumbado. A las seis de la mañana en un bar. Al mediodía en la terraza de un restaurante, a la noche a la luz de una vela. Mientras trabajo como vendedor en una tienda de camas y colchones. En un estadio de fútbol. En un automóvil. En la favela A Rocinha y en el Hotel Radisson de México D. F. ¿En qué ciudades he leído en los últimos doce meses? Buenos Aires, La Plata, París, Rennes, Saint-Jacques, Lyon, Marsella, Aix-en-Provence, Le Horps, Perpiñán, Boston, Nueva York, Lille, Villeneuve d’Ascq. He leído comiendo, cuidando a mis hijos, en el baño, en la computadora, tomando mate o café, cayendo en el sueño. He leído dormido. He leído soñando. También triste, preocupado, hastiado, y feliz, dicharachero, concentrado, de mal humor y muy cansado. En una época hacía jogging con un walkman, pero en lugar de música ponía cassettes de actores leyendo Agatha Christie, Marguerite Yourcenar, Colette. Leo el modo de empleo del papel higiénico en el baño, recetas de cocina, guías para el usuario, instrucciones para subir una escalera. Leo lo que tengo a mano, a vista de ojo. Aprendo malas palabras en baños públicos de Río de Janeiro, Berlín, Barcelona o Ámsterdam. Me compro libros en lenguas que no entiendo. Colecciono traducciones del Martín Fierro. Me peleo con amigos entrañables porque no nos gustan los mismos autores. Me desespero porque mis hijos no leen. Escribo resúmenes de novelas en la escuela primaria y les resumo las obras completas de Borges a mis estudiantes. Si veo que un colega ha dejado un libro dado vuelta en un escritorio, en medio de una reunión, no puedo evitar el darlo vuelta para leer el título. Visito ciudades maravillosas y siempre me encierro por lo menos una vez en una librería. Recorro estantes de majestuosas y de polvorientas bibliotecas públicas de barrio y de bibliotecas de, cuando visito a un amigo examino los libros alineados en salones, pasillos, cuartos de baño. Hurgo en revisteros. Duermo en casa de amigos, donde jamás abriría un cajón o el botiquín de primeros auxilios, pero me resulta imposible resistir a la tentación de estudiar los lomos de los libros, de hojear páginas de lenguas incomprensibles. Estoy escribiendo estas líneas y suena el teléfono a las 8h 05 para pedirme precisiones sobre mi dirección porque me llega un paquete de libros de México con mi última novela. Encuentro en librerías de viejo joyas de bibliófilo que dormían a la espera de que alguien las descubriera. Hago estadísticas mentales sobre el porcentaje de lectores rumbo al trabajo matinal en el métro de París, en el subte de Buenos Aires, en el metro de Madrid. Durante años me creí un bicho medio raro, un fenómeno extraño, pero con el tiempo me di cuenta que los lectores formamos parte de una sociedad secreta, de la que no se conoce el número exacto de miembros ni el grado de compromiso, cuyos miembros ignoran su mutua existencia –cuidado: tu vecino, tu futura novia, tu hijo y hasta tu peor enemigo pueden integrarla-, pero que están repartidos en los mil rincones del vasto mundo. Los libros me han hecho descubrir la magia de las palabras, la furiosa ternura de la imaginación y, sobre todo, me han enseñado a amar la vida, la verdadera. “AUTORRETRATO” de Néstor Ponce


* Néstor Ponce (Argentina, 1955) ha cultivado la novela, el cuento, la poesía y el ensayo. Con su primera novela, El intérprete (1998), obtuvo el premio del Fondo Nacional de las Artes de Argentina y está en curso de traducción al alemán. Una vaca ya pronto serás (2006), premio Internacional de Narrativa Siglo XXI de México, va a ser reeditada en octubre próximo por Arte y Literatura en Cuba. La bestia de las diagonales (1999) ha sido traducida al francés (2006). Y su última novela, Azote, apareció en el 2008 en México. El próximo año publicará en Argentina un libro de poemas, Desapariencia no engaña, y en francés su relato corto Tandil, la pierre mouvante, con fotografías de Martín Herralde. También ha trabajado como traductor y periodista. En la actualidad es catedrático de Literatura y Civilización Hispanoamericana en la Universidad de Rennes 2 (Francia), donde dirige el Laboratorio Interdisciplinario de Investigaciones sobre las Américas.

lunes, 10 de enero de 2011

Fuiste invitada de Collar, divertiste e hiciste cantar a nuestros hijos y con seguridad a generaciones venideras, con un brujito en gulubu, desde Pehuajó en Tortuga... qué mala noticia! nosotros te recordamos cantando "Mírenme, soy feliz,entre las hojas que cantan, cuando atraviesa el jardín, el viento en monopatín..." Gracias María Elena.

domingo, 9 de enero de 2011

Hola Soy Bicho, e intento colgar algo ....