Ir a descargar EDITORIAL DE BICHO-17/12/2012
Fin de año, el último de Collar de Perlas, de este año no del que viene, entonces desde FM Santa Marta 91,7 Villa Gesell, integrante de la Cadena Nacional del Desánimo para todos y todas, fundamentalmente para ese Poder Judicial De Mierda como me acaba de decir mi amigo Abal y reconociendo desde ya mi error, aunque sin pedir perdón, el editorial del día:
¿Cómo se escribe? Cuando no estoy
escribiendo, yo simplemente no sé cómo se escribe, y esto lejos de hacerlo bien
o mal. Suena infantil y falsa esta pregunta que es sincera claro, mejor elegir
un amigo escritor y preguntarle ¿cómo se escribe?
Realmente ¿cómo se escribe? ¿qué se
dice? ¿cómo se dice? Y por sobre todas las cosas ¿cómo se comienza?
Sé la respuesta, por más que
intrigue, es la única: ¡escribiendo!
Lo cierto es que sólo me consideraré escritor
el día en que yo diga: ¡sé cómo se escribe!
De
lo contrario no costaría tanto escribir para hoy, para el último Collar del
año. Sin embargo y para esta época del año qué mejor que recordar al fundador y sus
frases célebres, gracias a (él) tengo caricias embalsamadas para usar
cuando necesito y robar literatura se ha hecho una costumbre.
Hace poco tiempo una amiga me acercó
a un agrónomo y filósofo americano Henry David Thoreau quien se había negado en alguna
oportunidad a pagar impuestos debido a su oposición a la guerra contra México y
a la esclavitud en EEUU, motivo por el cual fue encarcelado (el gobierno del
país del norte había tomado los argumentos de el caso argentino Vandefrula y
Boudou). De ese hecho nace su tratado “La desobediencia civil” donde declara
uno de los conceptos principales de su ideología: la idea de que el gobierno no
debe tener más poder que el que los ciudadanos estén dispuestos a concederle
(definitivamente esta obra influyó en Cristina aunque confundió algún aspecto
sustancial de la obra).
Es importante para estos días
rescatar a Thoreau. Entre cosas difíciles de asimilar de golpe, escribió
muchas otras que tal vez puedan ayudarnos a vivir de un modo más inteligente,
más eficaz, más lindo y menos angustiados.
Henry, por ejemplo, se desesperaba
al ver a sus vecinos ahorrando y economizando para un futuro lejano. Que se
pensara un poco en el futuro estaba bien, pero “mejore el presente” gritaba y
agregaba “estamos vivos ahora” y comentaba con disgusto “ellos están juntando
tesoros que las polillas y la herrumbe van a roer y los ladrones robar”.
El mensaje era claro: no sacrifique el día de hoy por el mañana,
él quería que hiciéramos ahora lo que queremos hacer. La vida entera don Henry
pregonó y practicó la necesidad de hacer ahora lo que es más importante para
cada uno de nosotros.
Estaba
convencido que el miedo era la causa de la ruina de nuestros momentos presentes. Y también las temibles opiniones que tenemos de nosotros mismos. La
opinión pública es una tirana débil si se le compara con la opinión que tenemos
de nosotros mismos, aunque reconocía la existencia de personas llenas de
seguridad aparente.
En este preciso instante me diría
¡simplifique! ¡simplifique!
En síntesis… quiero decir lo que
sostenía el francés Bernanos que quizá nunca llegó a leer a Thoreau, quien
buscaba la salvación por el riesgo, sin el cual para él la vida no valía la
pena y no por el ataque senil, que no es sólo de los hombres viejos, sino de
todos los que no defienden sus posiciones, incluso ideológicas o religiosas. El
mayor pecado sobre la tierra era la avaricia, bajo todas sus formas. Por eso
desde Collar les deseo Feliz Año Nuevo porque por pura alegría de vivir me
escribo y me escribo “la salvación es por el riesgo, sin el cual la vida no
vale la pena” los quiero a todos y todas, abrazos y besos… ¡muchas felicidades!