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martes, 25 de febrero de 2014

Génesis, Philomena y más

En el programa del 24 de febrero de 2014 se produjo la vuelta de BICHO y volvió la alegría y Collar de Perlas brilló como antes. hablamos de IRLANDA, de la reciente visita de la Reina de Inglaterra y de cómo la vieja disputa entre estos países generó canciones, música y películas. Entre ellas hablamos de la candidata al Oscar "PHILOMENA" una historia basaba en hechos reales, sobre niños dados en adopción en osxcuras circunstancias. Toda la música del programa fue de GENESIS, de su disco NURSERY CRYME.



For Absent Friends - Genesis

Sunday at six when they close both the gates
A widowed pair
Still sitting there,
wonder if they're late for church
And its cold, so they fasten their coats
And cross the grass, they're always last.

Passing by the padlocked swings,
The roundabout still turning,
Ahead they see a small girl
On her way home with a pram.

Inside the archway,
The priest greets them with a courteous nod.
Hes close to god.
Looking back at days of four instead of two.
Years seem so few (four instead of two).
Heads bent in prayer
For friends not there.

Leaving twopence on the plate,
They hurry down the  path     and through the gate
And wait to board the bus
That ambles down the street.

Para los amigos ausentes

Domingo a las seis de la tarde, cuando se cierran las puertas
Un par de viudos
Todavía están sentados allí,
me pregunto si no es muy tarde para estar en la iglesia
Y hace frío, así que se abrochan sus abrigos
Y cruzan el césped, siempre son los últimos.

pasando frente a los columpios cerados con candados,
La calesita sigue girando,
Adelante ven una niña pequeña
En su camino a casa con un cochecito de niño.

En el interior del arco,
El sacerdote los saluda con un gesto cortés.
están cerca de Dios.
Mirando hacia atrás, en los días en que eran cuatro en vez de dos.
los años parecen tan pocos (cuatro en vez de dos).
las cabezas inclinadas en la oración
Para los amigos que ya no están.

Dejando dos peniques en el plato,
Se apresuran por el camino ya a través de la puerta
Y esperan para subir al autobús
que deambula por la calle

Ya van tres programas de Collar de Perlas en el año. Creo que en el primero de ellos Marianito nombró a John Carlin, entonces leí algunas de sus columnas escritas en El País de España, las que titula: El corner inglés y tratan generalmente sobre fútbol. Sin embargo me detuve en una de ellas donde deja de lado el deporte y nos cuenta cosas sobre la Reina de Inglaterra y nos sorprende con alguno de sus comentarios.
En principio no olvidemos que Isabel II, reina de Inglaterra que no gobierna… (otra vez, reina pero no gobierna), es además de reina de Gran Bretaña e Irlanda del Norte también de otros 15 países grandes como Australia y Canadá y más chicos como Jamaica, Papúa, Nueva Guinea, Tuvalu y las Islas Salomón, aunque cuando se coronó hace 62 años reinaba sobre 7 países. Y se han ido sumando no por conquista imperial, sino de manera voluntaria, si se descuidan puede ocurrir que Irlanda agregue su nombre a la lista. Una historia en particular. Ella ha sido muy sutil seduciendo a los irlandeses con quienes los británicos comparten una agria y sangrienta historia y no solo durante el siglo XX, a comienzos del cual Irlanda libró y ganó su lucha de independencia con Albión, sino durante casi mil años. (Pérfida Albión, dicen para referirse a Inglaterra en términos hostiles).
La reina Isabel ha cruzado a Irlanda dos veces en 2012, en mayo fue a la República, en junio al norte que aún pertenece a la corona. La del sur fue la primer visitar de un monarca del país vecino en más de un siglo. Había mucha expectativa, mucho hielo por romper. Lo rompió y a la vez dio una lección  sobre el poder del simbolismo como instrumento para lograr objetivos políticos apelando a los corazones. Llegó vestida con el color de Irlanda, el verde, y cuando se presentó ante el monumento en Dublín que recuerda a los patriotas irlandeses que cayeron en batalla contra los soldados británicos a principios del siglo pasado, agachó la cabeza. Lo mismo hizo en el lugar donde murieron 14 civiles irlandeses ante las balas disparadas en nombre de su majestad Jorge V en el llamado Domingo Sangriento de 1920.
La reina habló algunas palabras en irlandés y al final de su visita, que duró cuatro días, ya los diarios se referían a ella como Liz, diminutivo de Elizabeth o Betty y se vio a algunos irlandeses agitando banderas británicasMas cargada aún de contenido fue la visita un mes después a Belfast. Las heridas del conflicto en Irlanda del Norte entre el IRA y las fuerzas británicas todavía no acabaron de cicatrizar. Murieron casi 3.500 personas entre los años 60 y el Acuerdo del viernes santo de 1998, la mitad a manos del IRA. Una de las víctimas del ataque terrorista fue una persona muy allegada a la reina su primo Lord Mountbatten asesinado en un atentado en 1979. Uno de las personas organizadora del atentado fuel Martin MacGuinness, excomandante del IRA, hoy viceprimer ministro de Irlanda del Norte. Martin y la reina se saludaron con impecable cordialidad, él le dirigió un par de palabras corteses en irlandés, ella le respondió con un leve sonrisa. El valor político del saludo entre la reina y el antiguo terrorista fue incalculable, fue como el punto final a la guerra que faltaba, la constatación de que no fue un espejismo: POR FIN SE HA LOGRADO LA PAZ… porque en palabras de la reina “…RECORDAREMOS EL PASADO, PERO NO PERMITIREMOS QUE CONDICIONES NUESTRO FUTURO…”



     

martes, 18 de febrero de 2014

E, L & P, cine y Gamerro

Hotel Chelsea, NY


El 17 de febrero de 2014 arrancamos hablando del hotel Chelsea, famoso hogar de grandes artistas en New York. Bicho nos contó acerca de los personajes que lo habitaron y especialmente de los escritores que escribieron sus grandes obras en sus habitaciones. También hubo muertes de famosos entre sus paredes.
Hablamos de quien fuera quizás el primer grupo de rock sinfónico, EMERSON, LAKE & PALMER y contamos la película israelí EL HIJO DE OTRO (ó EL OTRO HIJO) y el ensayo de CARLOS GAMERRO, "Ficciones barrocas".

lunes, 17 de febrero de 2014

Emerson, Lake & Palmer



Siempre hay algunos que quieren recordar la historia como si hubiera un principio y un final, poniendo puntos y marcas. Pero siempre aparecerá otro que dirá que el comienzo ocurrió un poco más atrás y correrá la estaca que había dejado el primero. Todo esto ¿a qué va? A que ¿fue E, L &P el primer grupo de rock sinfónico? Posiblemente, pero en lugar de discutir esto escuchémoslos y veámoslos en este precioso video de 1970

miércoles, 12 de febrero de 2014


Collar de Perlas también recuerda a Julio Cortázar  
"Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos"
RAYUELA
Capítulo 7

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja. Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua. Besos.

martes, 11 de febrero de 2014

Padura, Banana, y Tormato

Banana Yoshimoto
En el segundo programa de 2014 seguimos comentando nuestras lecturas del verano. Hablamos de BANANA YOSHIMOTO, de LEONARDO PADURA, GUILLERMO MARTINEZ, ITALO CALVINO Y SIRI HUSTVEDT.
Pasamos temas del disco de YES publicado en 1978, TORMATO, siguiendo con rock sinfónico, el que nos marcó a los que tenemos ahora cincuenta años.
Bicho habló desde Villa Gesell, promediando el programa, y nos recordó a NELSON MANDELA, con el editorial que copiamos acá:             

Muy buen mes febrero, para el rugby, no hay jugador de categoría alguna que no esté ansioso, eufórico y alegre con la llegada de los entrenamientos y ahí cerca el, inicio del campeonato.
 Ahora, entrado en años y sin actividad, la tecnología cuando no, ella me lleva a ver el 6 Naciones, además de tener encima los entrenamientos y campeonatos del club. Este fin de semana Francia, Irlanda e Inglaterra me deleitaron en sus respectivos encuentros, pero el rugby tiene ese no se qué, que te hace volar, recordé el viaje de Mariano a la tierra de los feroces sudafricanos y sus comentarios cuando visitó la celda donde Mandela pasó tantos años, entre otras cosas. Y después me dejó ahí… como en una nubecita dando vueltas acerca de la cantidad de veces que los gobiernos de distintos países utilizaron el deporte para la política… entonces volví a Mandela y qué mejor que rastrear a un número 10 de aquellos, que siempre nos representó de una manera formidable, para ver qué tenía para contar, sí Hugo Porta que además lo conoció.
Dice Porta que la primera vez que lo vio fue en el despacho del Congreso Nacional Africano en Johannesburgo, una persona alta y muy bien vestido, con su sonrisa y simpatía increíbles, aunque la sorpresa fue lo que Mandela le dijo “…de ahora en adelante voy a hinchar por el equipo que juegue en contra tuyo, no por tu equipo, como lo hice hasta ahora…” Lo dijo porque durante años había apoyado a Los Pumas cuando se enfrentaban con los Springboks, porque estos representaban al apartheid.
Cuenta también que cuando falleció, llamó a su esposa e hija y sintió una emoción muy grande: "fue mi amigo, quien dejó en el mundo un mensaje de misericordia y convivencia, un líder inmenso que generó un cambio muy grande en su país".
Lo conoció combativo y firme, sin embargo luego de un viaje a Europa regresó más moderado y negociador, aunque siempre un líder. Su característica más interesante: sabía escuchar.
Por algo quise escribir esto, lo que sigue es lo que más impactó y me llamó a reflexionar sobre nuestra historia. En marzo de 1994 cuando asumió como presidente y Porta estaba presente Madiba dijo “…Nunca, nunca y nunca más… acá se terminó, acá empezamos de nuevo…” y Porta agregó:  "Mandela tuvo la inteligencia como para darse cuenta de que sin reconciliación no podía haber democracia…”
Hugo Porta recibió de Mandela algo que pocos conocen, él fue condecorado sin protocolo en la casa de Mandela porque eran amigos, sabe que fue siempre "pro sur" y quería saber cómo era el vínculo comercial con la Argentina, pero siempre volvían al deporte, sobre todo el boxeo del cual era fanático.
Cuando la Selección Argentina de fútbol jugó en el Ellis Park, estaban juntos y se acercaron muchos argentinos con su libro para que él lo firmara pero no tenía lapicera, entonces Porta le ofreció la suya. Cuando terminó se la devolvió pero Hugo quería regalársela y él la miró y dijo “…es muy cara…”, era una Montblanc, tuvo que insistir el embajador para que se la quedara. 
Estaba convencido de que el deporte podía cambiar el mundo, dar esperanza donde no la había, no lo utilizó más que para provocar que los chicos que no tienen sueños empiecen a soñar, eso hizo el símbolo de la libertad y la reconciliación, Señor Nelson Mandela.


domingo, 9 de febrero de 2014

Dos años que te fuiste maestro! "...Antes del tiempo era todo azul, leve de suspensión. Al no haber gente no había ni bien ni mal. No existía esperar..."
http://www.youtube.com/watch?v=fONk0v6yaOM

martes, 4 de febrero de 2014

Una perlita

La necesidad de ver el mar   de Mempo GiardinelliFinal del formulario
A Osiris Chiérico y Carlos Llosa
Le juro, Carlitos, no hay nada más hermoso y poético que caminar de noche, sin prisa, por las calles que uno quiere, luego de haber trabajado todo el día, y seducido por la posibilidad cierta, incitante, de pararse en una esquina para tomar una ginebrita acodado contra el estaño. Mire, uno se siente como elevado para habitar en otras órbitas, excitado como esas degeneraditas que andan por ahí cuando ven un padrillo alzado, en el campo, con semejante mercadería colgando. Y todo lo demás (lo demás es la casa de uno, las cuentas, la oficina, los viajes en micro y la andanada de preguntas que uno evita hacerse cada día) pierde sentido; o, en todo caso, lo readquiere pero de modo que todo eso deja de ser obsesionante y lo único que a uno le interesa es que el tiempo pase, la vaciedumbre mental, la probable neutralidad que otorga el alcohol cuando sube lentamente. Entonces, uno se va sintiendo liviano, breve, casi religioso. Y aparecen las ganas de ver el mar. Y ése es el mejor momento.
Para mí, en cambio, lo que usted propone, lo que describe es medio como un julepe, ¿sabe, Osiris? Me asaltan las inseguridades, tengo miedo de estar soñando y que la amistad sólo sea un espejismo provocado por la ginebra. Le digo: no me preocupan ni la Tota ni las nenas, ni el laburo que siempre llevo atrasado en la oficina, ni la suspensión que pende sobre mi cabeza como un sombrero invisible al que no le doy pelota. No, es algo más profundo: son miedos producto de mi ignorancia, de la cantidad de años que viví equivocado, de los negocios que no me salieron (la banca en la quiniela, el oficio de arbolito en Palermo, algunas otras cosas en el barrio de las que mejor no acordarme). Pero claro, todas son suposiciones intelectuales que no tienen sentido ante su invitación. Siempre hay una manera más sencilla de decir las cosas. Usted es amable, Osiris. La amabilidad es una cualidad que no siempre se valora en los amigos. Acepto.
Se acomodaron junto a la barra, entre un gordito de ojos semicerrados y un sujeto con cara de gallina que una vez por minuto perdía el equilibrio, se destartalaba, se recomponía y volvía a quedarse quieto, mustio, mirando fijamente la larga hilera de botellas de vino que estaba detrás del gallego que atendía. Osiris pagó las tres primeras ginebras, que bebieron en obstinado silencio, mientras Carlitos fumaba, tranquilo, pensando que lo verdaderamente agradable era estar así, sin pensar. Un rato después, luego de un informulado, tácito acuerdo, volvieron a la calle y caminaron hacia el centro porque Osiris dijo que en Viamonte y Carlos Pellegrini servían muy bien la ginebra, una expresión que Carlitos no entendió, ni se detuvo a analizar, porque confiaba en su amigo como un niño en su madre, sentía que lo quería entrañablemente y nada más le importaba.
Esa vez pagó Carlitos y bebieron cuatro copitas, mientras Osiris le explicaba que a lo largo de Carlos Pellegrini, y de su continuación, Bernardo de Irigoyen, conocía por lo menos siete bares donde servían una excelente ginebra. Quería invitarlo, desde luego, porque esa noche se sentía emocionado, vea, después de casi dos años de trabajar juntos, todas las tardes despidiéndonos con frases hechas, no podemos desperdiciar esta oportunidad de reconocernos, de fortalecer la amistad, de compartir la magia de estar juntos y jurarnos que somos almas gemelas y que cada uno es lo que más importa para la vida del otro, porque le juro, Carlitos, desde esta noche yo le pertenezco con la fidelidad de una novia enamorada, o mejor, con la de un perro fiel.
Carlitos dijo: me abruma, Osiris, pero lo entiendo y vale la recíproca. Sellaron el pacto con una quinta ginebra, bebida más ceremoniosamente, y Osiris salmodió nuevamente la enumeración de los bares que conocía a lo largo de esa calle, codeó a Carlitos y salieron a la vereda. Caminaron lentamente, aspirando el aire de la noche, intercambiándose una calidez novedosa con la que combatían el implacable frío que caía sobre Buenos Aires, en pleno agosto, y se alejaron tomados del brazo, la mano de Osiris en el codo doblado de Carlitos, y éste fumando un cigarrillo mientras observaba la punta del Obelisco y calculaba, infructuosamente, su altura.
Se detuvieron, puntuales, desprevenidos, en cada uno de los bares que propuso Osiris. Compartieron los pagos sin discutir, como hacen los amigos, hablaron del pasado de cada uno, reconociendo gustos y aficiones comunes, y se contaron historias de terceros, acaso convencidos de que se amaban y eso era todo, no hacía falta seducirse con monólogos brillantes, relatos extraordinarios y anécdotas asombrosas. Osiris, simplemente, habló de su vocación de solitario y del extraño modo que el destino tenía para relacionarlo con las mujeres. Se había casado tres veces. A su primera esposa, Carmen, la había conocido una noche, durante una recepción en la Embajada de China, mientras bebía whisky escocés y comía canapés franceses. Detrás de él, una voz lo había subyugado. Tenía un timbre indescriptible, algo así como el zumbido del vuelo de un tábano, como el susurro de una multitud que ingresa a una cancha de fútbol, como el sincopado ritmo marcado por un tenor en el allegro assai de la novena sinfonía de Beethoven. No había querido darse vuelta; y si la voz se alejaba, él retrocedía, mientras se decía que debía conocer a esa mujer, a la que ya amaba más que a nada en el mundo. Un mes después, se casó con ella. Y luego de tres meses se separaron, porque usted comprenderá, Carlitos, que Carmen hablaba toda la mañana, toda la tarde, toda la noche, me volvía loco hablándome, y todo porque yo le había dicho que me gustaba su voz.
Un par de años después, una noche como ésta, salí a caminar y me metí en un piringundín de la calle Libertad. Era un sótano acogedor, tranquilo, había poca gente y sólo se escuchaba un piano, suavecito, emitiendo correctamente melodías de Cole Porter. Le juro que me sentía espléndidamente. De pronto, no lo va a creer, una voz gruesa, como un bajo femenino, empezó a tararear y a hacer be-bop. Era como una cascada de agua que caía susurrando, un viento leve. No miré hacia el pequeño escenario. Pero cuando empezó a cantar “Sentimental Journey” creí que me volvía loco. Me puse de pie, caminé hasta otra mesa junto al escenario y me senté a escuchar. Alguien comentó que se llamaba Olga. Era la mujer más fea que usted se pueda imaginar: hasta tenía bigotes. Pesaba como un camión liviano. Pero uno cerraba los ojos y esa voz, cálida como ninguna, le hacía correr un frío por la espalda.
Cuando terminó de cantar, me fui, jurándome que volvería. Y así fue como me convertí en habitué de ese sótano. Durante una semana, me hice presente todas las noches. La voz de esa mujer me fascinaba: impostaba como los dioses, o como uno se imagina que los dioses deben impostar cuando cantan, si es que cantan. Pero al cabo de esa semana, tuve que viajar a Córdoba, por unos asuntos de la em-ptesa para la que entonces trabajaba. Estuve afuera poco más de un mes. El día que regresé, por la noche, terminé de redactar mis informes y me dirigí al sótano. Olga cantó como nunca: cada tema era un himno. Ella misma estaba hermosa, imponente, segura como si hubiera sido la Fitzgerald presentándose en el Carnegie Hall. Cuando finalizó su actuación, descendió del escenario y caminó directamente hacia mi mesa. “Cuánto hace que no venía”, me dijo. Y yo supe que estaba loco por ella.
Llegaron a San Juan y Bernardo de Irigoyen. Después de dos ginebras, fueron juntos al baño y orinaron en silencio, mirando fijamente sus respectivos mingitorios. Osiris terminó primero, pero no se movió. Con una expresión preocupada y una voz ronca, que parecía un lamento, preguntó: ¿Usted se imagina, Carlitos, lo que son tres meses de vivir con una gorda bigotuda que canta todo el día, toda la tarde, toda la noche, que no hace otra cosa que cantar hasta que uno no sabe ni cómo se llama? Carlitos dijo que lo entendía, debía haber sido insoportable, a veces uno necesita silencio, también, quizá porque el silencio es una bella forma del amor. Y como Osiris se había quedado triste, se acercó, le puso una mano sobre el hombro, le dijo vamos Osiris y salieron del baño y caminaron hacia la calle.
El frío de la noche los reanimó. Hicieron algún comentario referido a las virtudes de la ginebra para contrarrestarlo, ignoraron a un sujeto de saco raído que se acercó, les pidió unas monedas para tomar algo caliente y les dijo compañeros, y siguieron andando, fieles a esa vereda, como empecinados en quererse más y más el uno al otro. En algún momento se abrazaron y Carlitos dijo que la verdad es que las mujeres lo complican todo, aunque estuvieron de acuerdo en que son necesarias. Osiris propuso, entonces, desviarse hasta la calle Lima, donde conocía un bar en el que servían la ginebra helada; le parecía interesante beber un par de ellas, para después tomar una caliente, con un cafecito, lo cual, estaba seguro, debía producir una inigualable sensación de bienestar. A Carlitos le pareció una idea brillante y se lo dijo.
Al llegar a Lima, Osiris meneó la cabeza afirmativamente, puso un dedo sobre el esternón de Carlitos y lo golpeó varias veces mientras decía Rosa María era peruana, a veces su recuerdo me persigue, me cagó la vida. Rosa María había sido su tercera mujer. Carlitos señaló el bar, en la mitad de la cuadra, y le dijo venga, Osiris, venga y cuente pero no se me ponga triste, esta noche no, ¿no ve que somos felices?
Bebieron las dos ginebras heladas, se informaron de la técnica del patrón, quien conservaba la botella en un balde de hielo como si fuera champán, y luego Osiris, con voz monótona, relató cómo había conocido a Rosa María, en un cóctel de despedida de fin de año que había ofrecido una importante agencia de publicidad. En cuanto uno llegaba, Carlitos, lo abarajaban con una fuente de empanadas minúsculas, rellenas con carne, papas y muchísimo picante, tan ricas como yo jamás había probado. Esas empanadas eran un poema, créame; sólo unas manos privilegiadas podían haberlas preparado: destilaban ternura, calor, aroma. Su sabor era como un perfume dulce que se impregnaba en el paladar. Uno tenía la sensación de que hasta masticaba con el cerebro. Me volví loco, Carlitos, me bajé como dos docenas. Y no pude resistirme a la tentación: sentí unos incontenibles deseos, una necesidad, una cierta desesperación por conocer a quien las había preparado. ¿Me entiende, Carlitos? ¡Tenía que verle las manos! Yo estaba enamorado de esa mujer, sin conocerla.
El patrón dijo “convida la casa” y les sirvió otra vuelta. Estaba frente a ellos, acodado sobre el mostrador, escuchando atentamente el relato. Carlitos le pidió que bebiera con ellos. El hombre, sonriente, se atusó el bigote y se sirvió una copita. Improvisaron un brindis. Carlitos le explicó que hacía un montón de cuadras que venían compartiendo ginebras, que no había nada en toda esta parte del mundo como la ginebra para estrechar una amistad y que no pensaban variar de bebida porque las costumbres que unían a los verdaderos amigos debían ser pocas pero arraigadas. Osiris estuvo de acuerdo y dijo: Carlitos, usted es un filósofo. Brindaron nuevamente, los tres, y el patrón preguntó qué pasó con esa mujer, cómo era, ¿la conoció?, y Osiris dijo sí, claro, me casé con ella aunque era diez años mayor que yo y sólo medía un metro veinte y fue la que más me duró, como tres años, porque era una cocinera formidable, también hacía un locro que era para terminar en cuatro patas y pidiendo perdón, y un carnero a la huancayaqueña que si usted lo probaba después no le hacía falta conocer nada más en el mundo; pero la macana era que aparte de cocinar no sabía hacer nada, usted me entiende, nada de nada, y encima a todas las comidas les ponía mucho picante, vea, en esos años engordé veinticinco kilos, desde entonces soy tan gordo, y me quedó el hígado a la miseria.
Cuando salieron de ese bar, luego de despedirse del patrón con el mismo afecto con que se saludan las tías viejas, Osiris aseguró que había hablado mucho, discúlpeme Carlitos, a veces uno se embala y no se da cuenta, pero Carlitos dijo no faltaba más, ha sido un placer escucharlo, y caminaron sin rumbo hasta que llegaron a Plaza Constitución y reconocieron que estaban cansados. Se sentaron en un banco y miraron cómo los micros giraban en torno de la plaza, como si ellos fueran el centro de una calesita gigantesca, hasta que Osiris dijo qué bien se está acá, ¿no, Carlitos? y Carlitos dijo sí, pero hace frío, yo necesito otra ginebra, muchas, porque tengo miedo de que me empiecen a joder los recuerdos. Entonces se pusieron de pie y caminaron por Juan de Garay hasta que encontraron un bar cuyos vidrios estaban empañados o sucios (un punto que discutieron brevemente), y finalmente ingresaron y pidieron ginebras, mientras Carlitos hablaba de su recuerdo más querido, aquel 17 de octubre del ’45 cuando se apareció la vieja y me dijo Carlitos hay que ir a la plaza a ver si lo sueltan al coronel, y yo no entendía nada, era un muchacho que sólo se entusiasmaba con las minas y el escolaso, pero me fui con la vieja y con toda la gente de la pensión; había uno que se llamaba Ruiz, que tocaba un bombo que no sé de dónde lo había sacado, y otro, Josecito, que armó un cartel con un palo de escoba y una foto de Perón, y todos cantaban y gritaban y todo el país estaba en las calles, vea, Osiris, había una fe bárbara en esa gente, de modo tal que yo supe que desde entonces y para siempre sería peronista.
Osiris lo miraba, asintiendo, y cuando vio los ojos húmedos de Carlitos dijo pero qué cosa, carajo, qué maravilla, a mí me pasó lo mismo en el ’33, cuando murió Yrigoyen, mire, yo era un pendejo así y el viejo me dijo vení Osiris que vas a ver lo que es el pueblo, y me llevó al entierro del Peludo y ahí estaba todo el mundo, llorando su muerte, mirando con bronca para los costados porque estaba lleno de milicos por todas partes, si hasta parecía que la gente había salido a la calle nada más que para manifestar su repudio a los justistas oligarcas, mire si habrá sido grande Yrigoyen que hasta en la muerte arrastraba a las multitudes.
Se quedaron en silencio durante un rato, bebiendo, lenta, perseverantemente, una copita tras otra. Carlitos preguntó si era feliz, y Osiris pensó un rato, movió la cabeza y dijo que si había interrogantes para los que no tenía respuestas, ése era uno de ellos, que lo único que podía decirle era que en ese momento, circunstancialmente, se sentía el hombre más feliz de la tierra y que sólo le faltaba ver el mar para largarse a llorar de felicidad. Carlitos se entusiasmó y juró que era verdad, que si pudieran ver el mar en ese momento todos los problemas de sus vidas se esfumarían, porque el mar purifica los espíritus, según creo haber leído por ahí, y debe ser cierto, seguramente lo que sucede es que cuando uno lo mira adquiere una exacta dimensión de sí mismo, el mar es una manera de demostrarnos qué pequeños somos. Osiris terminó otra copita y sentenció: un filósofo, usted es un filósofo, Carlitos, mientras Carlitos, como si no lo hubiera oído, continuaba diciendo que el mar era un espejo que devolvía el verdadero tamaño de los hombres, y Osiris dijo qué grande, y los dos dijeron a coro qué ganas de ver el mar, pero qué ganas, al mismo tiempo que Carlitos se dirigía al petiso que atendía el mostrador para pedirle otra vuelta de ginebra.
Cuando estuvieron servidos nuevamente, Osiris enarcó las cejas y, soltando un eructo, puso una mano sobre el brazo de Carlitos: Necesito verlo –aseguró, convencido de que era el único tema de que se podía hablar en todo el país–, necesito sentir el agua salada en la boca, que me corran las gotas de mar por las comisuras, se bifurquen en mi barba y caigan sobre mi panza. Carlitos lo miró, asombrado, y comentó puta, es cierto, a mí me pasa lo mismo, qué macana que Buenos Aires no tenga mar, es lo que siempre digo: ésta es una ciudad adorable pero es una ciudad vacía, a quién se le habrá ocurrido fundar semejante ciudad sin mar, es una injusticia, eso es lo que pienso, pero Osiris seguía mirándolo sin verlo, y repetía sentir el gusto del mar, el gusto salado del mar, necesitamos ir ahora mismo, Carlitos, tenemos que ir al mar.
Pagaron la consumición y salieron, presurosos, sosteniéndose para evitar los tropiezos que les imponía el alcohol, y caminaron dos cuadras buscando la estación terminal de alguna compañía de transportes, hasta que Osiris señaló, triunfante, con un dedo y dijo allá está, Micromar.
Compraron pasajes a Mar del Plata en el primer ómnibus de la medianoche, uno que partía veinte minutos más tarde. Aprovecharon la espera, eufóricos como niños que se van de vacaciones, para beber otra copita, brindaron por el afecto que se tenían, por el deseo de que Buenos Aires algún día tuviera mar, por Perón, por Balbín, por las tres mujeres de Osiris, por el encanto de las noches de invierno y por la fidelidad de la ginebra, esa multifacética novia de los hombres que están solos. Antes de partir, Osiris sugirió que Carlitos debía avisarle a la Tota, pero Carlitos sonrió, dijo subamos nomás y después le explicó que ella no podría entenderlo, que él no sabría convencerla por teléfono, que las mujeres jamás pueden entender estas cosas y que él se había enamorado hacía muchos años pero sabía que había circunstancias imposibles de compartir con ella. Y que en última instancia estaba ansioso y feliz y le importaba un carajo de la Tota.
Viajaron tomados de la mano, mirando cada tanto el ensombrecido paisaje de la noche sobre la campiña. Bebieron varias copas de ginebra en cada una de las paradas del ómnibus –Chascomús, Dolores, Maipú– y finalmente arribaron a Mar del Plata, sin haber dormido, ojerosos pero alegres, confiados, apenas con las corbatas flojas y los sobretodos desprendidos. En la vereda de la estación terminal estiraron los brazos, soltaron algunas breves carcajadas y aspiraron, ruidosamente, el aire que venía de las playas. Caminaron a la máxima velocidad que les permitía la torpeza, agitados, tropezando algunas veces, mientras hacían comentarios acerca de la claridad que se insinuaba sobre el mar.
Al fin llegaron, acezantes, y se pararon en la Rambla. Contemplaron la inmensidad del horizonte, alertados, envueltos en un silencio extraordinario. De pronto, Osiris abandonó su quietud y comenzó a caminar lentamente hacia la orilla, mientras musitaba qué increíble, qué increíble, y Carlitos lo seguía, sin poder contener las lágrimas. Se metieron hasta que el agua les cubrió los zapatos, los tobillos, olvidados del frío del amanecer, respirando estrepitosamente, conmovidos por la emoción, y Osiris quiso agacharse, cautelosamente, pero enseguida comprendió que le sería imposible, por el tamaño de su panza y por la borrachera. Entonces Carlitos le dijo permítame y se inclinó para atrapar una pequeña ola con la mano, dejó que el agua retornara y le empapara totalmente el puño y después se irguió. Miró a Osiris y le acercó la mano a la boca. Metió sus dedos entre los dientes y le mojó la lengua. Chupe, Osiris, chupe, le rogó, temblando, lloroso, mientras Osiris jugueteaba con la lengua y exclamaba, con los ojos cerrados y la voz quebrada por su propio llanto, qué maravilla, compañero, qué maravilla.

                        

1º programa de 2014

Leonardo Padura
Paul Mc Cartney
Volvió Collar de Perlas y recordamos las lecturas del verano. Hicimos un repaso por algunos de los libros que nos sorprendieron en estas vacaciones. Bicho nos mandó un editorial muy emotivo dedicado a Jorge y de alguna forma también a todos aquellos que hoy no están y con los que nos gustaría compartir ciertos momentos de la vida.
Destacamos a FABIAN CASAS y sus pequeños ensayos y a LEONARDO PADURA, autor cubano que escribió la monumental novela "El hombre que amaba a los perros", un recorrido por el exilio de Trotsky y su posterior asesinato, la vida de Ramón Mercader, el asesino y la del escritor que unió estas historias de una forma magistral.
Fabián Casas
 Para el Mercenario, recordamos la canción de Paul Mc. Cartney "Pipas de la paz" inspirado en la primera guerra mundial.

 A continuación, el Editorial de Bicho:

Primer programa de Collar de Perlas 2014. 19 y 30 hs. orden del Productor anterior: "escribí que una hora y media…" Como todo ex comisario, órdenes de entrecasa pensé. Hermoso Mariano, escribí, los grandes tardaron años en escribir sus obras y a mí me dan 90 minutos. Acá estoy, frente a la tiranía de la hoja en blanco, margen justificado, calibrí tamaño 11… a quién le puede importar esto…
Escuchen esta historia: a mediados de enero llama Mariano: "estoy en la puerta de Santa Marta" dijo.
-Ya voy.  Regresaba de mi caminata frente al mar, ya no diaria.
Abrazo, beso, mates,  de regalo de Navidad un incunable de Jorge con dedicatoria que dice: “Para el Sr. Bicho, con todo respeto y gran afecto, desde el CIELO. FDO. JORGE…”
Un ejemplar de El Matadero de E. Echeverría amarillísimo como debe ser. Hermoso obsequio y desde el cielo.
Toda una casualidad, porque  el día anterior estuve con Estelita y su esposo; El Beza, (maestro) y señora (nueva) esposa, pareja (no sé ni tampoco importa) lo que sea, pero qué bien se los ve. Y su señora madre salteña, bonita como siempre, con su humor a cuestas, con quien me tomé unos vinitos, reunión amena con los Maffia como siempre. Y además Negro, sin el Maffia que se duerme y resbala el codo por cuanta mesa haya a las 12 de la noche.
Ahora bien, hoy recibo mail de Marianito debido a que no recuerda un buen cuento, que espero comente, de Mempo Giardinelli. Como siempre me pide que le pase el título del cuento de Sasturain, todo eso lo hace para molestarme por supuesto y ponerme a prueba.  Y dice: "Creo que fue una de las cosas más lindas que leí en el verano. Quería contarlo hoy y no lo puedo recordar. Fíjese además qué curioso que cuando lo leí, inmediatamente pensé en mi padre Jorge, que esas cosas le encantaban y se lo hubiera compartido gustosamente y nos reiríamos juntos. Ante su ausencia de este mundo, lamenté no poderlo compartir. Es en esos momentos que siento que lo extraño, cuando tengo algo que sé que podríamos compartir y disfrutar y lamentablemente no se puede. Inmediatamente vino a mí la siguiente pregunta: Esto seguramente le encantaría a Bicho, porque entendería esa complicidad de amigos de la noche, que desean tanto ver el mar y por qué ante la falta de un padre, un amigo grande como usted, tan cercano y con la experiencia de haber vivido esas épocas de bodegones, bien puede suplir esa carencia. Espero lo haya podido leer y lo haya disfrutado como yo. Lo abrazo como a un padre, que, más que padre es un amigo y espero su respuesta.”
Mi respuesta voló, sin embargo, lo más importante que me quedó dando vueltas fue “extraña Marianito", cómo no extrañar un padre como Jorge. La excusa es Mempo hoy y mañana será otro autor y lo cierto es que no hay excusas, y está muy bien extrañar grandes afectos, por suerte el fundador nos enseñó a embalsamar caricias y a usarlas precisamente cuando extrañamos.

Y ahora como colofón y para reír porque eso también pide Jorge, en la próxima visita aprendeeeeeeeeee de memoria el manual de alarma de Citroen… el abc, cerrar todas las puertas primero. Abrazos.

lunes, 3 de febrero de 2014

programa 5 de 2007

Bicho sigue hablando de Malvinas y cuenta la guerra con gracia, dolor e ironía.
Escuchamos "La milonga del soldado"  y "Juan López y John Ward" poemas de Borges leídos por Omar Cerasuelo, una gentileza del Ruso del barrio Hipódormo.
Y continuamos hablando de la literatura fantástica y de la ficción científica. Bicho habló de los primeros autores, de JULIO VERNE, de MARY SHELLEY y su Frankenstein, de HG Wells y la máquina del tiempo, hasta BRADBURY, PHILIP DICK y ASIMOV.

En la sección del Mercenario, leímos la letra traducida de "Brilla, Diamante Loco", el tema Pink Floyd probablemente dedicado a Syd Barrett.


Lecturas de verano


El lago, de Banana Yoshimoto.
Banana nació en Tokio en el año 1964, estudió literatura en la Universidad de Nihon. Hoy es considerada junto a Murakami como una de las voces resonantes de la literatura Joponesa.
El Lago cuenta la historia de una joven hija de una regente de un burdel de tokio y un empresario que, en una visita empresarial a la casa de tolerancia conoció y se enamoró de su regenta no obstante mantener una familia paralela. De esa unión nació Chihiro la que resulta ser  el personaje de esta historia. Chihiro es una joven artista quién a pasear de su arte, vive sumida en el dolor que le produjo la muerte de su madre, manteniendo con su padre una relación distante y esporádica. Conoce a un joven en el edificio donde vive, quién también padece un gran dolor y un gran trauma que nunca logra develarse, haciendo dudar al lector si fue víctima de una violación o algún otro tipo de vejación o dolor que lo marca y lo retrae de las relaciones humanas. Juntos emprenden una convivencia mezcla de amistad y relación amorosa que no termina de definirse.  El lago resulta ser un lugar paradisiaco y, a la vez místico donde vivió Chihiro y donde aún viven dos amigos de él con ciertos poderes mágicos o espirituales. Es allí en ese lugar místico donde se develan parcialmente los misterios que marcaron y lastimaron a ambos personajes.
Como todas las lecturas de autores orientales que he experimentado  me queda esa sensación de sentir que falta captar algo que,  culturalmente resultaría  ajeno a los occidentales. Siento que hay algo que intenta transmitir la autora que subyace la  historia o la trama de la novela, donde debiera existir el verdadero mensaje o reflexiones filosóficas  con algún contenido místico que mi cultura occidental impiden que perciba. Siento una impotencia al terminar el libro sabiendo que allí hay algo más, que está, se siente, se olfatea en las páginas pero que no alcanzo a decodificar.  A pesar de estar muy bien escrito y llevar al lector por distintos climas en forma dinámica, el resultado no es pleno.

La Infancia de Jesús, de J.M Koetzee
Coetzee nació en 1940 en Ciudad del Cabo y es actualmente profesor de literatura en la Universidad de  su ciudad natal. Nobel de literatura en el año 2003.
La Infancia de Jesús  describe la historia de personas que viajan hacia un país, luego de cruzar el océano (sin saber cuál) donde se habla español y donde parece estar todo perfectamente organizado para que cada ciudadano tenga un lugar donde vivir, un trabajo y la posibilidad de alimentarse con alimentos básicos. Todos llegan olvidando su pasado, sus orígenes y su vida anterior. Nadie pretende tener ni saber ni aspirar a nada más que cubrir sus necesidades básicas. Todo muy organizado pero carente de pasión, de deseo, de vértigo y de emociones.
Simón es un adulto que, durante el viaje en barco se hace cargo de David, un niño de cinco años que fue abandonado por sus padres con una carta que indicaría datos de interés pero que se pierde durante el viaje y nadie sabe nada de ella. Simón asume el cuidado de David hasta encontrar a la madre del niño en esta nueva tierra. Su búsqueda y la convivencia entre ambos establece una relación entrañable entre ambos. Luego la asignación de una madre que no es la real, pero asume su maternidad adoptiva como si fuera  biológicamente la indicada, lleva a una serie de contratiempos y desencuentros.  Durante toda la novela  se producen reflexiones sobre la necesidad de los seres humanos, la insignificancia, sobre la verdadera  importancia de las cosas. Se cuestionan los deseos, las emociones y las pasiones. El personaje del niño se erige en un posible ser superior, mesías o punto crítico. Tal vez por ello la novela se llame así, pues no hay ningún personaje con el nombre de Jesús. Ameno, por momentos filosóficamente interesante  pero no logró conmoverme.

Las ciudades Invisibles de Italo Calvino
Italo nació en Cuba en 1923, para trasladarse junto a su familia para Italia a los dos años de vida. Vivió en París y murió en Siena en 1985.
Las ciudades invisibles son diálogos entre el viajante Marco Polo y el Gran Kan, emperador Mongol.  Marco cuenta y describe  a Kan las ciudades que visita e imagina. Cada viaje es una descripción de una ciudad asociada a un sentimiento,  un signo , deseos, intercambios, nombres, ojos, muertos o simplemente la memoria.  Lo maravilloso de este libro es la manera en que Marco describe, a partir de un objeto, una construcción o una característica particular, en menos de una página, cada ciudad que imagina. Muy parecido a las crónicas a las que nos tiene acostumbrados René Gadé.  Podemos viajar, disfrutar y pensar a lo largo de las páginas del libro. Todas ellas tienen nombre de mujer,  un detalle. Por ejemplo Zaira, ciudad de los altos bastiones, no está hecha de sus detalles arquitectónicos, ni de sus techos de zinc, sino de relaciones entre las medidas de su espacio y los acontecimientos de su pasado. La ciudad no cuenta su pasado, lo contiene como las líneas de una mano, escrito en las esquinas de las calles, en las rejas de las ventanas.
 Un viaje hermoso.

Todo cuanto amé, de Siri Hustvedt
Siri Hustvedt es una novelista, ensayista y poeta. Nació en 1955 en Minnesota, hija de padres noruegos. Licenciada en Historia. Esposa de Paul Auster. Admirada por el  médico y novelista Oliver Sacks por el conocimiento y análisis de la psiquis humana.
Todo cuanto amé, Excelente Novela que a través del personaje, un historiador y crítico de arte, nos lleva por los vericuetos del arte, sus personajes, análisis de obras históricas, al mejor estilo de  Michel Houellebecq, sin descuidar y describir las intrincadas relaciones humanas. La vida matrimonial, los hijos, la amistad y la dolorosa pérdida de un ser querido, desnudan los sentimientos y las miserias humanas. Su gran poder de descripción de cada uno de los detalles de los ambientes, la gestualidad de sus personajes y la diversidades de las personas, enriquecen aún más la trama de la novela.
Un artista es el gran amigo del personaje, sus esposas, sus hijos, algún otro amorío y el permanente análisis de los sentimientos de sus personajes nos mantienen atrapados hasta el final.
Una belleza literaria y porque no psicoanalítica. 


El jefe (Mariano Maffía)

Angélica Gorodischer: La Cámara Oscura

Un cuento de ANGELICA GORODISCHER
http://peopleandstories.files.wordpress.com/2010/05/camara-oscura-cuaderno.pdf
y acá la película basada en el cuento
http://www.youtube.com/watch?v=GJysR1zgj88

domingo, 2 de febrero de 2014

abril de 2007- Hablamos de Malvinas

 Empezamos con un editorial de Bicho dedicado a recordar la guerra de las Islas Malvinas y el final de la última dictadura militar.
Visitamos la muestra de fotos que forman parte del libro "Cruces, idas y vueltas de Malvinas" de Federido Lorenz y María Laura Guembe; junto a las fotografías que guardó Víctor Basterra durante su cautiverio en la Escuela de Mecánica de la Armada.
Anónimo se presentó con su columna de arte. Lo mejor.



Nota publicada en El País de España el 29 de diciembre de 2013


Serrat y su misteriosa ‘Montonera’

Joan Manuel ha enterrado una bellísima canción dedicada, se cree, a Marie Anne Erize Tisseau

 
Es un buen día cuando encuentras un nuevo número de Viernes peronistas. Y también, un día perdido: imposible resistirse a sumergirse en sus páginas (aunque técnicamente un fanzine, tiene dimensiones de libro). Esta publicación, concebida en Madrid, estudia el peronismo clásico como si fuera un fenómeno pop.

Y siempre contiene sorpresas. En el número 3, aparece un apartado dedicado a la discografía justicialista. Descubro que sí , que hubo una edición oficial de la canción maldita de Joan Manuel Serrat: en 1978, el Consejo Superior del Movimiento Peronista Montonero, residente en México, publicó un flexidisco asombroso, para su difusión clandestina en Argentina.

En la cara A, diez minutos de un análisis triunfalista de lo ocurrido tras el golpe militar, seguido de instrucciones para visibilizarse durante los Mundiales de Fútbol; en vísperas del aniquilamiento de la resistencia armada, la voz de Juan Gelman parece venir de un universo paralelo. Se incluyen direcciones y teléfonos de la organización en el extranjero y, más alucinante aún, el organigrama de la cúpula del movimiento guerrillero, con todos sus responsables.

Al dorso, La montonera, una bellísima loa serratiana: “Con esas manos de quererte tanto / pintabas en las paredes ‘Lucha y vuelve’ / manchando de esperanzas y de cantos/ las veredas de aquel 69”. Lo extraordinario, para tratarse de un disco producido por Montoneros, reside que Serrat manifestaba escepticismo ante la mitificación de Perón: “Cayéndose y volviéndose a levantar, la montonera / que buen vasallo sería / si buen señor tuviera”.

Se cree que la musa era Marie Anne Erize Tisseau. Nacida en Argentina de padres franceses, fue modelo: desfiló, ocupó portadas de revistas y conoció la dolce vita de la farándula porteña. A continuación, se convirtió en militante de base en Montoneros, haciendo trabajo social entre los más desfavorecidos.

Hacia 1969, Marie Anne viajó a Europa. Aquí conoció a Serrat y Moustaki; también tuvo una relación breve con Paco de Lucía. Demostró audacia: al encontrarse sin dinero, ejerció de contrabandista de arte, exportando varios cuadros valiosos. Todo se cuenta en un libro del periodista Philippe Broussard, La desaparecida de San Juan.Efectivamente, Marie Anne fue chupada en plena calle, a la luz del día. El militar a cargo de su secuestro, Jorge Olivera, supuestamente alardeó de haberla violado antes de que fuera asesinada. El miserable fue condenado a cadena perpetua pero escapó hace unos meses.

Lo que resulta intrigante es que Joan Manuel haya impedido la difusión del tema, que nunca ha registrado de forma profesional. Se incluye en el documental Cazadores de la utopía (1995), de David Blaustein. A partir de un casete de Serrat en directo, Litto Nebbia añadió un elegante arreglo. Según Nebbia, con la banda sonora fabricada, Serrat prohibió la edición de su canción: la tirada fue destruida.

Hay una historia detrás, supongo. La historia de la relación de Serrat con la izquierda revolucionaria argentina. Son misterios que seguramente se evaporaran: para bien o para mal, Serrat está en el cielo de las hagiografías. Aquí y en la Argentina. Urge entender la inmensa popularidad de Joan Manuel en aquel país. En los tres tomos de La voluntad, la crónica panorámica de la insurgencia, se reitera el nombre de Serrat. En un momento, antes del golpe, aparece donando “una buena suma” a familiares de presos políticos. Más adelante, en una prisión secreta, se usa su música para tapar los gritos de una torturada: horroriza saber que Serrat también gustaba a algunos milicos.

http://www.youtube.com/watch?v=_P_paNvMubY