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lunes, 3 de febrero de 2014

Lecturas de verano


El lago, de Banana Yoshimoto.
Banana nació en Tokio en el año 1964, estudió literatura en la Universidad de Nihon. Hoy es considerada junto a Murakami como una de las voces resonantes de la literatura Joponesa.
El Lago cuenta la historia de una joven hija de una regente de un burdel de tokio y un empresario que, en una visita empresarial a la casa de tolerancia conoció y se enamoró de su regenta no obstante mantener una familia paralela. De esa unión nació Chihiro la que resulta ser  el personaje de esta historia. Chihiro es una joven artista quién a pasear de su arte, vive sumida en el dolor que le produjo la muerte de su madre, manteniendo con su padre una relación distante y esporádica. Conoce a un joven en el edificio donde vive, quién también padece un gran dolor y un gran trauma que nunca logra develarse, haciendo dudar al lector si fue víctima de una violación o algún otro tipo de vejación o dolor que lo marca y lo retrae de las relaciones humanas. Juntos emprenden una convivencia mezcla de amistad y relación amorosa que no termina de definirse.  El lago resulta ser un lugar paradisiaco y, a la vez místico donde vivió Chihiro y donde aún viven dos amigos de él con ciertos poderes mágicos o espirituales. Es allí en ese lugar místico donde se develan parcialmente los misterios que marcaron y lastimaron a ambos personajes.
Como todas las lecturas de autores orientales que he experimentado  me queda esa sensación de sentir que falta captar algo que,  culturalmente resultaría  ajeno a los occidentales. Siento que hay algo que intenta transmitir la autora que subyace la  historia o la trama de la novela, donde debiera existir el verdadero mensaje o reflexiones filosóficas  con algún contenido místico que mi cultura occidental impiden que perciba. Siento una impotencia al terminar el libro sabiendo que allí hay algo más, que está, se siente, se olfatea en las páginas pero que no alcanzo a decodificar.  A pesar de estar muy bien escrito y llevar al lector por distintos climas en forma dinámica, el resultado no es pleno.

La Infancia de Jesús, de J.M Koetzee
Coetzee nació en 1940 en Ciudad del Cabo y es actualmente profesor de literatura en la Universidad de  su ciudad natal. Nobel de literatura en el año 2003.
La Infancia de Jesús  describe la historia de personas que viajan hacia un país, luego de cruzar el océano (sin saber cuál) donde se habla español y donde parece estar todo perfectamente organizado para que cada ciudadano tenga un lugar donde vivir, un trabajo y la posibilidad de alimentarse con alimentos básicos. Todos llegan olvidando su pasado, sus orígenes y su vida anterior. Nadie pretende tener ni saber ni aspirar a nada más que cubrir sus necesidades básicas. Todo muy organizado pero carente de pasión, de deseo, de vértigo y de emociones.
Simón es un adulto que, durante el viaje en barco se hace cargo de David, un niño de cinco años que fue abandonado por sus padres con una carta que indicaría datos de interés pero que se pierde durante el viaje y nadie sabe nada de ella. Simón asume el cuidado de David hasta encontrar a la madre del niño en esta nueva tierra. Su búsqueda y la convivencia entre ambos establece una relación entrañable entre ambos. Luego la asignación de una madre que no es la real, pero asume su maternidad adoptiva como si fuera  biológicamente la indicada, lleva a una serie de contratiempos y desencuentros.  Durante toda la novela  se producen reflexiones sobre la necesidad de los seres humanos, la insignificancia, sobre la verdadera  importancia de las cosas. Se cuestionan los deseos, las emociones y las pasiones. El personaje del niño se erige en un posible ser superior, mesías o punto crítico. Tal vez por ello la novela se llame así, pues no hay ningún personaje con el nombre de Jesús. Ameno, por momentos filosóficamente interesante  pero no logró conmoverme.

Las ciudades Invisibles de Italo Calvino
Italo nació en Cuba en 1923, para trasladarse junto a su familia para Italia a los dos años de vida. Vivió en París y murió en Siena en 1985.
Las ciudades invisibles son diálogos entre el viajante Marco Polo y el Gran Kan, emperador Mongol.  Marco cuenta y describe  a Kan las ciudades que visita e imagina. Cada viaje es una descripción de una ciudad asociada a un sentimiento,  un signo , deseos, intercambios, nombres, ojos, muertos o simplemente la memoria.  Lo maravilloso de este libro es la manera en que Marco describe, a partir de un objeto, una construcción o una característica particular, en menos de una página, cada ciudad que imagina. Muy parecido a las crónicas a las que nos tiene acostumbrados René Gadé.  Podemos viajar, disfrutar y pensar a lo largo de las páginas del libro. Todas ellas tienen nombre de mujer,  un detalle. Por ejemplo Zaira, ciudad de los altos bastiones, no está hecha de sus detalles arquitectónicos, ni de sus techos de zinc, sino de relaciones entre las medidas de su espacio y los acontecimientos de su pasado. La ciudad no cuenta su pasado, lo contiene como las líneas de una mano, escrito en las esquinas de las calles, en las rejas de las ventanas.
 Un viaje hermoso.

Todo cuanto amé, de Siri Hustvedt
Siri Hustvedt es una novelista, ensayista y poeta. Nació en 1955 en Minnesota, hija de padres noruegos. Licenciada en Historia. Esposa de Paul Auster. Admirada por el  médico y novelista Oliver Sacks por el conocimiento y análisis de la psiquis humana.
Todo cuanto amé, Excelente Novela que a través del personaje, un historiador y crítico de arte, nos lleva por los vericuetos del arte, sus personajes, análisis de obras históricas, al mejor estilo de  Michel Houellebecq, sin descuidar y describir las intrincadas relaciones humanas. La vida matrimonial, los hijos, la amistad y la dolorosa pérdida de un ser querido, desnudan los sentimientos y las miserias humanas. Su gran poder de descripción de cada uno de los detalles de los ambientes, la gestualidad de sus personajes y la diversidades de las personas, enriquecen aún más la trama de la novela.
Un artista es el gran amigo del personaje, sus esposas, sus hijos, algún otro amorío y el permanente análisis de los sentimientos de sus personajes nos mantienen atrapados hasta el final.
Una belleza literaria y porque no psicoanalítica. 


El jefe (Mariano Maffía)

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